jueves, 1 de julio de 2010

Día del Maestro: Loor al misionero por excelencia

Cuando el entonces protector del Perú, generalísimo don José de San Martín creó la primera Escuela Normal de Varones, hoy Universidad Enrique Guzmán y Valle, un 6 de julio del año 1822, fecha en honor de la cual celebramos el día del maestro, sembró un hito en la historia peruana, pues permitió la formación de quienes dirigen realmente el destino de nuestro país. Dio forma a una carrera a la que todos desean ingresar.

La labor docente es una de las más gratificantes, sino la mayor, y en nuestra patria, una de las más sacrificadas. Sin embargo, sabemos de muchos profesionales de carreras diferentes de la magisterial que ven realizadas sus aspiraciones, no cuando trabajan de la mejor forma o en grandes empresas el derecho, la medicina, la ingeniería o la contabilidad, sino en el ejercicio de la docencia.

Y es que nada mejor para sentirse realizado en la vida que saber que aquello que aprendimos como profesionales, sea como alumnos o con las diversas experiencias, quede perennizado en una clase. Saber que los conocimientos y prácticas no quedarán en el profesional, sino que serán aprehendidos por un grupo de estudiantes que se desempeñará apropiadamente gracias al valioso aporte del maestro. Transitar por una calle cualquiera y recibir el afectuoso saludo, un saludo cargado de agradecimiento, de quienes son los depositarios de conocimientos y actitudes que el maestro les ha inculcado.

Parafraseando a Horacio Zeballos Gámez, reconocido dirigente magisterial, diría que en efecto, en Perú, ser maestro es una forma difícil de vivir, pues ejercer la docencia en una sociedad que aún no reconoce que el maestro, más que trabajar por horas, trabaja por una misión elevada por la que, generalmente, se le reconoce insuficientemente, tanto en lo moral como en lo económico; labora en una realidad en la que todavía no se tiene en claro que trabajar en la formación de seres humanos que deben ser críticos, propositivos, creativos e inteligentes, requiere del compromiso también de la familia y la comunidad; trabaja como docente sabiendo que, de alguna forma, deja de tener vida privada, porque el maestro se constituye en modelo de vida para sus estudiantes, un referente mayor, incluso, que los padres, hermanos o cualquier otro personaje, es muy difícil. Pero, complementando lo dicho por Zeballos Gámez, es una manera digna, hermosa de morir, porque la imagen del maestro y su saber quedan imperecederos en las mentes y en las almas de quienes fueron sus estudiantes, en las generaciones y generaciones que pasaron por las aulas y que se alimentaron de sus enseñanzas.

Qué implica, entonces, ser maestro: trabajar más allá de sus horas de clase, en la preparación del tema o de las evaluaciones, las que luego de aplicadas hay que calificar; prepararse continuamente en aquello que se relacione con su especialidad y con su desempeño laboral; puesto que el reconocimiento económico suele ser insuficiente, desempeñarse en otras labores, así, la suma de ingresos, le puede permitir una vida digna; tener la conciencia que en sus manos está la formación de personas con las que no puede fallar, porque errores y aciertos se multiplicarán infinitamente; constituirse en el ejemplo de sus alumnos o hijos putativos, pues asume la función de padre o madre, según la percepción del estudiante y de la sociedad en su conjunto; en las zonas alejadas y olvidadas del país, ser médico, juez, antropólogo, policía, etc., pues la población, la comunidad, las circunstancias así lo exigen. Esto y más es ser maestro.

No podemos menos que expresar nuestro amor y reconocimiento grato a quienes marcaron y marcan la pauta de nuestra historia personal y nacional. Felicitar y agradecer a quienes pusieron lo mejor de sí en nuestra vida y hoy nos permiten existir y ser. Sea profesional docente o de otra carrera, mientras enseñe es maestro, y cuando un maestro vive, en realidad vive, pero cuando un maestro muere, nunca muere.

En el Perú y el mundo, por el progreso, la paz, el humanismo y la espiritualidad que forman y representan,

¡Loor al Maestro en su día!