miércoles, 23 de noviembre de 2011

Acerca del rock en español de los grupos ochenteros

…tengo a un ruso y a un yanqui dentro de mi habitación que se juegan mis zapatos y mi foto de graduación…
Esta es la letra de una de las canciones, en este caso interpretada por Miguel Mateos, que marcaron una época única, un período en el que, gracias a la música dura, la expresión de sentimientos respecto al amor, la sociedad, la economía, la educación, la política, etc. adoptó un estilo directo, sarcástico, subjetivo y peculiarísimo, estilo que muchos asimilaron, incluso, como forma de vida. Un comentario sobre lo que en este párrafo escribo es lo que realizaré en adelante.
Y es que una de las formas más puras de manifestar amor es a través de las canciones, pero si la declaración de amor es directa y con buen ritmo, además de alguna enseñanza inmersa, entonces se torna sublime e irresistible y muestra el interés por quien se pretende, mientras tarareamos no mi amor, no todo lo que brilla es oro; ¡Oh, no, no!, lo único es tu amor del trío GIT, que nos hacía…respirar aire de todos.
El no renunciar al amor real y salvaje, casi instintivo y muy natural nos llevaba a decir por favor, dame otra oportunidad; sólo te pido una noche más…, tema que, paradójicamente, es de Los Violadores; pareciera que la letra no le hace honor al nombre de la banda, pero sí al objetivo de quien se identifica y actúa en consonancia con el mensaje, aún cuando diga llevo marcado serte infiel.
Aunque una forma lacónica y particular de decir “te quiero”, sobre todo cuando tienes ese Virus del amor, es Recordando tu expresión, vuelvo a desear esas noches de calor llenas de ansiedad (…) me puedo estimular con música y alcohol, pero me excito más cuando es con vos…. En esos tiempos, sin duda, las letras se ajustaban a todos los estilos.
La sociedad y la política estuvieron en la jurisdicción de los grupos rockeros de los ochenta; así, lo mismo que sentimos muchos aún, fue expresado por Los Prisioneros cuando cantaban ¡Dime!, tú que crees que protestas…¡dime!, que aseguras que protestas (…). ¡Dime!, tú me dices que protestas… pero, tu fortuna no molestas y luego añadían lo mejor pero, nunca quedas mal con nadie... nunca quedas mal, quedas mal con nadie….
Un terrorista, dos terroristas, un guerrillero emerretista, un traficante en el Huallaga, el búfalo aprista Agustín Mantilla, Alan García y su compañía, Villanueva del Campo me da tanto asco -como Chirinos Soto, con su cara de poto-, como cinco policías en la esquina de Larco, vendiéndole grifa a los más zampaos, y total corrupción hay en todos lados; y con cinco lucas me compro un diputado, un juez, un fiscal, un par de abogados; un arquitecto o, en su defecto, un novelista, un par de periodistas, un arzobispo, un cardenal, una virgen que llora y una virgen de verdad y, quizás, a Fujimori. Esta letra de los No sé quien… refleja aspectos que no son necesarios nominar, los que redondean con si no hay solución, la huelga continúa… si no hay solución, la huelga continúa.
Río nos advirtió a algunos que la universidad es una cosa de locos. La educación es un subsistema importante dentro del sistema social, por esto es que las naciones deberían invertir mucho más en la formación de su gente –hecho que no se da-; así, por más que estudies derecho y arquitectura, sin duda, terminas en la locura; no puedes encontrar trabajo, y esta realidad nos lleva a concluir que sirve muy poco ser profesional; las cosas te han salido mal, te raya esta universidad….
A describir esta situación nos ayudó Los Prisioneros cuando señalaba la inequidad de la educación afirmando que a ellos (los ricos) enseñaron secretos que a mí no; a ellos dieron, de verdad, esa cosa llamada educación (…) ellos pedían esfuerzo, ellos pedían dedicación y… ¿para qué?... para terminar pateando piedras… y terminan invitándonos: únete al baile de los que sobran….
En conclusión, sé que falta mencionar el mensaje de muchos intérpretes y bandas, pero he pretendido sintetizar aquí mi sentir y el de muchos jóvenes de los ochenta -que hoy, el 2009, aún se sienten como nuevos-, además del nacer en el rock de los adolescentes de ahora, pues están aprendiendo con estos temas, dejando que su imaginación vea el programa en vivo, pues llegó volando y se arroja sobre ellos.
Bueno, qué dicen. Creo que están de acuerdo conmigo… el rock de estos grupos y la mayoría de las canciones de la década en la que surgieron, son lo mejor de lo mejor. Qué quieren que haga, que silbe para llamar la atención a la chica que me gusta y le diga ¡No, ya no ya!... tu pelo largo y tu mirada azul, jean apretado, así eres tú, te pasas de vueltas; sería bacán si un día me aceptas y, si piensas como yo,… ¡Tú eres para mí!.
Un segundo final –no una posdata-, no me puedo aguantar porque estoy Frágil: Una luz que se acaba, la modelo mirando la nada; hoy es viernes sangriento, aquí pronto habrá movimiento…

La paradoja del Bisté a lo pobre

Transito por las calles céntricas de nuestra Lima, ciudad capital, y, a esta hora de la noche, leo los menúes escritos en los pizarrines que exhiben muchísimos sucios y pipirisnays restaurantes, como potaje extra y de fondo Bisté a lo pobre, platillo delicioso… ¿Para los pobres?.
Pero, por qué preguntarse sobre si este platillo peruanísimo es, en efecto, para los pobres si su nombre lo dice textualmente. Entonces, es mejor explorarlo o, en todo caso, puesto que poseo un pésimo paladar, describirlo.
El bisté a lo pobre es un plato extra o “a la carta” (aunque todos los platillos están en el mismo escrito o relación que te presentan los mozos en los restaurantes), es decir, que lo preparan a petición expresa del comensal de turno; este hecho hace que cueste algo más; así, si un potaje económico o “menú” corriente y ordinario cuesta hoy, ocho de enero del dos mil nueve, tres soles cincuenta en moneda peruana, el exquisito bisté vale tres o cuatro veces más.
Ahora bien, veamos qué contiene el plato: un filete de, más o menos, doscientos gramos de carne de res frita (que, en realidad, puede ser churrasco o sancochado, pero bien fileteado y con sólo algunas astillas óseas salpicadas, pasa por bisté); unos trescientos gramos de arroz blanco que, según el restaurante o el cocinero, puede ser “al dente” –por no decir crudo-, graneado y bien preparado –aunque con algunos “soldados”- o casi una mazamorra; una porción generosa de papas, aproximadamente un cuarto de kilo, fritas en el mismo aceite de la carne –deben tener el gustito a res y, además, es “a lo pobre”-; lleva un plátano bellaco bien maduro y bien frito –en el mismo aceite de la carne y de las papas-; un huevo frito “a la inglesa”, es decir, con la yema cruda, o “a lo crolo”, con la yema bien dura –para variar, en el mismo aceite de la carne, las papas y el plátano-. Se sirve el arroz, sobre éste la carne, al costado derecho el plátano, un tercio de plato lo ocupan las papas fritas y, encima, al centro, el huevo frito.
Sumemos:
Carne: dos soles.
Plátano: cincuenta céntimos de sol.
Arroz: sesenta céntimos de sol.
Papas: cuarenta céntimos de sol.
Huevo: treinta céntimos de sol.
Total: tres soles y ochenta céntimos de sol.
Claro, falta añadir el costo de la sazón de la carne, del aceite y del pago del preparador. Asumiendo que todo esto ascendiera a dos soles y veinte céntimos de sol, la ganancia estaría en el intervalo de cinco a nueve soles por plato.
Ya, ya… te pregunto ¿es el Bisté a lo pobre un plato para pobres?. Aparentemente, no.
Sin embargo, luego de una sesuda meditación, pregunto: ¿les dice algo platillos como Tres sabores (un plato de tallarines rojos, cebiche y papa a la huancaína), el Aeropuerto (un plato de tallarines chinos con arroz chaufa, guiso de pollo espesado con chuño, frijolitos chinos guisados y wantán frito), Salchichaufa (un plato de arroz chaufa con pollo broaster algo de papas fritas y hot dog frito y bañado con cátchup, mostaza, mayonesa y ají), juane con tallarines rojos, mazamorra morada con arroz con leche y la cerveza rubia combinada con gaseosa negra?.
Claro que les dice algo. Nosotros, los peruanos de cono, tendemos, gracias a nuestros portentosos sistemas digestivos, a combinar nuestras comidas para forjar otras más ricas. Puro ingenio. Pero quiénes suelen hacer esto. La respuesta: los pobres.
Ya sabemos, entonces, por qué Bisté a lo pobre.

¿Qué es globalización?

Si hay un fenómeno que ha pasado a ser parte cotidiana de nuestras vidas y que escuchamos a cada paso: en la bodega, en la panadería, en la carnicería, en la farmacia, etc., es el de la globalización; es decir, ha dejado de ser un fenómeno para convertirse en el pan de cada día, en nuestro padrenuestro, en nuestro cuchicheo diario, en nuestra cama y en nuestro sueño.
Pero qué es globalización. Bueno, por familia de palabras podemos decir que viene del vocablo globo. Entonces, ¿cuáles son las propiedades del globo?... Uhmmm… se infla, uhmmm… se expande, uhmmm… se ve bonito, uhmmm… revienta con sólo un pinchazo… ¡Ah… ya sé qué es globalización!.
Globalización es un globo que infla de bonanza económica al mundo: a los países más poderosos los infla muchísimo más y a los países más pobres los hincha muchísimo menos; este globo se sigue inflando, se infla y se infla, pero, hay imponderables que a veces no se previenen, así que, a la menor desestabilización económica –que por el precio del petróleo de Kuwait, que por el alza del trigo de Alemania, que por la caída de la bolsa de Nueva York, que por el cumpleaños de Raúl Castro, que por la mala noche de George W. Bush, que por la grosería de Chávez-, ¡Pummm!, revienta, porque ese desnivel se transforma en espina, y sucede que nos damos cuenta que el globo de la globalización es tan frágil y además, que contenía barro –claro, por tanta cosa mezclada-, pues salpica a todos, nos revienta en la cara.
De esta manera es que por el petróleo de Kuwait, sube la gasolina en Chile; por el alza del trigo de Alemania, sube el pan en Barbados; por la caída de la bolsa de Nueva York, sube el precio de la bolsa de azúcar en Libia; por el cumpleaños de Raúl Castro, suben las tortas en Rusia; por la mala noche de George W. Bush, suben las aspirinas en Tailandia; por la grosería de Chávez, suben los fideos letrita en Taipei. Parece increíble, pero todo el mundo está ahí.
Los economistas del mundo, entonces, realizan sus pronósticos y propagandas en función de la globalización dichosa, tanto así que me parece que han adaptado una oración cristiana para sus fines, oración que a la letra reza: globalización nuestra que nos llevas a los cielos, petrificado sea tu nombre; venga a nosotros tu mundo; hágase la voluntad de USA y compañía tanto en la tierra como en el espacio y danos hoy la aguja clave de cada día, para reventar el globo de la equidad; para que los ricos sean más ricos, y a los pobres se les dé su chupetín; mas líbranos de la estabilidad, porque sino de qué vivimos, Amén. Claro, el título, es obvio, pero igual, lo escribo: La globalización nuestra.
Finalmente, espero que la definición de globalización, a más de los ejemplos, que me parecen didácticos, acompañados de la oración de los economistas, la que resulta una adaptación, aunque forzada, válida, quede muy clara, tan clara como las finanzas mundiales y la justicia e igualdad socioeconómica en el mundo. Así sea.

viernes, 20 de mayo de 2011

Sesenta y nueve formas de amar - I

Abril del dos mil. Comienzo mi vida en la selva. El calor es, para un limeño recién llegado a Pucallpa, poco soportable. Bajo del bus que en veintiséis horas me trajo de Lima y espero a mi hermano. Él me consiguió la plaza de profesor de lengua en este lugar.

Estoy en el terminal. Repentinamente, cae una torrencial lluvia. Quiero volver a mi tierra. Me siento provinciano, pero uno tímido e introvertido. Pensar qué será de mí en Pucallpa me abstrae. La lluvia arrecia y siento miedo. Salgo de mis cavilaciones y observo espaldas desnudas de las mujeres amazónicas, minifaldas cortísimas, sí, porque la minifalda es cortísima de por sí, pero éstas son mucho más cortísimas. Todas las damas que miro tienen rostros parecidos, cuerpos parecidos. Creo que todas me miran y que todas me seducen. Debe ser porque no he tenido sexo desde hace un mes y medio.

-¡Carlos… quédate ahí… ya voy!-. Es mi hermano y lo veo raro, porque lleva un poncho de aguas, está conduciendo una moto ciento cincuenta roja, pero es mucho más raro porque está uniformado de policía.

-¡Hola, Jesús,… cómo te va!

Chorreante se aproxima.

-¡Vamos a la regional… tu plaza está lista!

Me pongo a pensar en por qué me dijo quédate ahí, si creo que él sabía que no me iba a mover; nadie se hubiera querido mojar. Pienso en qué momento se puso uniforme, si hacía doce años era de la policía de investigaciones. Pienso también en qué momento aprendió a conducir una moto, aunque esto sí se veía bien.

Me presta su poncho de aguas, me dice que suba a la moto y él conduce raudo hacia la regional. De pronto un gran trueno; la lluvia cesa; bochorno; sudor. Sin embargo, las nubes siguen negras…

-¡Ya llegamos… no te confíes… quédate bajo esta ramada!

Dónde están los monos, dónde las serpientes, en qué lugar se esconden los loros y los papagayos. Pucallpa es una ciudad; no hay animal alguno, excepto los perros vagabundos y flacos que se ven a esta hora de la mañana y, en las canaletas por donde discurren las aguas de las precipitaciones, las ratas. Percibo que lo que sí es cierto es que las mujeres son muy sensuales y sexuales.

Mi hermano me está hablando, sé que lo está haciendo, pero no sé de qué. Mientras me dice algo, la lluvia vuelve y él me dice que me dijo que ya ves, que no me confiara. Mira su reloj y me dice que se está haciendo tarde. Corre bajo la lluvia y se moja. Corre y se resbala ligeramente. Se recompone y sigue corriendo. Entra a la regional. Al rato me mira desde la puerta y me muestra, sonriente, un papel blanco. Me imagino qué es. Me alegro y corro hacia él. No me importa la lluvia. Leemos el papel y nos reímos. Mojados, cruzamos la calle, entramos en una tiendita y nos tomamos una cerveza. Paradójicamente, la liquidamos.

-¡Sube a la moto, ya te has mojado, pero ponte el poncho!

Le obedezco, no porque es mi hermano mayor o porque es policía, sino porque noto en él alguien que no ha cambiado. El mismo que me sacaba de apuros en Lima. El mismo que me defendía. El mismo que se ganaba los golpes por mí. El mismo que dos días antes de casarse continuaba con otra enamorada. Pero ahora lo obedezco, porque además, aunque por propia iniciativa, me ha traído a la selva y trabajaré de profesor gracias a él, por lo menos este año.

En cinco minutos, y luego de pasar por un arcilloso y rojo barrizal, llegamos al colegio donde trabajaré. Bajo de la moto, mientras me dice que me va a recoger a las seis para llevarme a su casa. Volteo a mirarlo y me despido de él. Está muy empapado. Me recibe el poncho de aguas, lo coloca entre sus piernas, me sonríe y se va. Me dirijo, resbalándome, al colegio y a media voz me digo: Me ama.

Sesenta y nueve formas de amar - II

Son las seis de la tarde y mi hermano me está esperando. Salgo alegre del colegio porque en la primera clase he caído bien a los veinticinco alumnos. Trepo a la moto y enrumbamos a la casa de mi cuñada. Llegamos y ella no está, pero mi hermano me dice que me quede, que él tiene que regresar a la comisaría a trabajar porque tiene un caso bien “tranca”; retorna. Me quedo en la casa grande que supongo que han alquilado. En el trayecto él me ha dicho que ella es asesora legal del gobierno regional de turno. Pienso en que deben ganar muy bien entre ambos, pues la casa se ve muy bien, el único problema son los zancudos, abundan, están por doquier.

Son las nueve de la noche y pongo a funcionar el equipo de sonido que está empolvado. Pienso en lo triste que debe estar este aparato y sonrío. Busco una emisora de mi preferencia, pero me doy cuenta que estoy en Pucallpa, mejor dicho el equipo lo hace. Voy al cuarto que me ha designado mi hermano, cojo mi maletín y saco un disco. Lo pongo en el equipo y la melodía me hace recordar Ventanilla y el Callao.

Escucho esta tarde vengo triste y tengo que decirte que tu mejor amiga estuvo entre mis brazos y me pongo nostálgico. Recuerdo mis bailetones en el Yahuar Huaca y a las morenas chalacas con las que, frenético, me sumergía en las ondas salseras que provocaban el gran combo, adentrándome en un océano musical que continuaba envolviéndome en un remolino que ahora sonaba susurrándome que paren el reloj, que suban esa música, que bajen esa luz que quiero bailar contigo. El “Canario” me llevó al Callao.

Un leve cosquilleo me rescata de ese movido mar. Una lágrima se desliza por mi mejilla y prefiero simplemente gozar. Suena el timbre de la casa y abro la puerta: es mi cuñada. Conversamos dos horas y viendo que mi hermano no llegaba, le pregunto por él. Ella me responde: “No vivo con Jesús; nos hemos separado hace nueve años, pero tengo novio. Con Jesús nos llevamos bien”. Me siento incómodo. Hago lo posible por terminar la conversa y lo consigo.

Me baño y me voy al cuarto. Pienso en si estoy haciendo bien quedándome en Pucallpa. Pienso en si volveré a ver a mis padres. Río al recordar a mi hermano menor, quien despreocupado me auguró mujer en la selva. Río más recordando a mi padre quien me sugiere que pruebe y pruebe, que no me cacen a la primera.

No sé qué hora es. Escucho una conversación ininteligible y alguien entra en el cuarto. Es mi cuñada, quien prende la luz y me dice: “Carlitos, aquí está tu sobrino Alan… ¿Lo recuerdas?”. Lo miro, me alegro y lo saludo. Él me corresponde y se disculpa para ir al baño. Mi cuñada se va y, al rato, mi sobrino retorna bañado, tumba un colchón que estaba apoyado en la pared y se sienta sobre él. Inicia una conversación.

Me habla de su flaca y de sus flacas. Me dice que está estudiando Derecho, pero que no le gusta, que quiere ser periodista, pero como su mamá es abogada y su papá, además de ser policía, está estudiando abogacía, a él también le han impuesto esa carrera; me pregunta si alguna vez he probado marihuana, si me he inyectado; me cuenta que tiene patas que ahora se inyectan en los tobillos, y...

Percibo algo raro. Me ha hecho muchas preguntas y no he podido responder ninguna. Me doy cuenta del giro que ha tomado nuestra conversación. Lo oigo, mientras lo observo disimuladamente. Sus enrojecidos ojos me llevan a confirmar lo que pienso. Repentinamente me muestra su cariño, su afecto: para su tarea de mañana, me pide diez soles; le doy cinco. Apaga la luz y se acuesta. Sonriendo por su forma de amar, también me acuesto.

ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN DESPUÉS DE LA PRODUCCIÓN DE TEXTOS

Le presentamos el texto siguiente:

EL FUTBOL NO ES CULTURA
A propósito de un artículo de Jorge Valdano (Fútbol y cultura. El PAIS, 12 de Julio de 1994).
En su intento (totalmente innecesario) de otorgar al fútbol ejecutoria de nobleza hace usted la siguiente afirmación: “El fútbol es cultura porque responde siempre a una determinada forma de ser. Los jugadores actúan como el público exige, de forma que el fútbol se termina pareciendo al sitio de donde crece”.
Identificar el fútbol con la cultura constituye una falacia que, a estas alturas de la película, debería resultar innecesario contestar. La entrada por detrás que le propina a la cultura la materializa a partir de un doble entendimiento, enormemente discutible, de esa palabra tan castigada:
1.- Cultura entendida a la manera posmoderna y ecléctica, según el gusto de los tiempos: todo, en nuestros días es cultural; las creaciones universales del arte, la literatura, el pensamiento, están al mismo nivel que los modelos de un diseñador de éxito, que los spots de publicidad o las corridas de toros.
2.-Cultura entendida como el conjunto de tradiciones, creencias, prejuicios, hábitos, etcétera (en suma, idiosincrasia) de una nación; la disgregación de la cultura (creaciones universales válidas para cualquier época, para cualquier región del globo), en culturas (amalgamas de costumbres, creencias) con idéntica valencia.
Además de los tipos sabios que usted cita, explícita o implícitamente, me permito remitirle a algunos más. Por ejemplo, a Finkielkraut (La derrota del pensamiento, Anagrama, 1987), quien, entre otros ha denunciado con precisión mixtificaciones como la que creo que se desprende de su artículo.
Pero es que, además, el fútbol no necesita de esos padrinazgos. La clase de los intelectuales no es ni más ni menos refractaria al fútbol que otras. Solamente lo demuestra quien en su infancia o su juventud no han tenido nunca la dicha de practicar el regate en corto o el pase en profundidad, o verse jalados por los compañeros tras marcar un gol de cabeza. El fútbol, señor Valdano, no es cultura, ni falta que le hace. Dejemos estar, pues cada cosa en su sitio.
Fernández Martínez “El Fútbol no es cultura”
El País, 8 – VIII - 1994

Ahora responda:
¿Qué tipo de texto es el que se ha presentado?
¿Qué cualidades de forma observas en el texto?
¿Qué cualidades de fondo encuentras en el texto?

Una vez realizadas estas reflexiones, podemos afirmar que en la producción de textos los aspectos esenciales a evaluar son el fondo y la forma. Ahora bien ¿qué es evaluar la producción de textos?.

Evaluar el texto que se produce es recoger datos cualitativos de un escrito en función, primeramente, de sus propiedades, es decir, de la corrección, la coherencia y la cohesión; en segundo orden, los datos a obtener serán de aspectos como la originalidad en el manejo de la expresión y en el desarrollo estructural, claro, ligado al tipo de texto que se escriba. El siguiente paso en el proceso de evaluación es pasar los datos recolectados al instrumento apropiado, en este caso una guía de análisis de la producción de textos, que es una especie de lista de cotejo, para en función de nuestro juicio de expertos determinar la calificación, sea literal o en números de cada aspecto del trabajo desarrollado.

Cada texto tiene su propia estructura según su tipo, es decir, los textos narrativos, argumentativos, expositivos, descriptivos e informativos siguen una estructura lineal, pero los textos narrativos además tienen algunas peculiaridades en su estructura que corresponden al estilo de los autores, por lo que su evaluación debe responder a estas particularidades.

Una propuesta de instrumento de evaluación -Guía de analisis de Producción de Textos- debe considerar los aspectos siguientes:
Cohesión
Coherencia
Corrección Acento
Corrección Signo
Corrección Letra
Originalidad Expresión
Originalidad Estructura
Originalidad Enfoque

Los aspectos que se presentan deberán evaluarse con índices como Logrado, En proceso y No logrado, o numéricamente, asignándoles un valor, según el grado de complejidad de la operación cognitiva que representa el aspecto o, más rápidamente, un intervalo de calificación homogéneo, es decir, asignando puntajes similares a cada uno de los puntos a evaluar.

Los aspectos propuestos pasan a ser los indicadores a evaluar en el texto producido. En términos de redacción pueden formularse del modo siguiente:

El texto presenta una cohesión apropiada o Se emplean apropiadamente los conectores en el texto producido.
Las ideas presentadas en el texto producido contribuyen con la estructuración del tema central.
El texto producido presenta una ortografía del acento correcta.
El texto producido presenta una ortografía de la letra correcta.
El texto producido presenta una ortografía del signo correcta.
El texto presenta originalidad en el manejo de la expresión (recursividad, construcciones, riqueza lexical –puede desmembrarse en cada una de estas ideas-).
El texto producido presenta originalidad en el desarrollo de la estructura (si es el caso de textos narrativos; en otros tipos de texto existe linealidad).
El texto producido presenta originalidad en el abordaje del tema que desarrolla.

Los indicadores que se presentan, se reitera, se deberán ajustar a, primero, lo que se pretende evaluar y, segundo, la naturaleza del texto. Además, puede enriquecerse o ser más específico en los indicadores (presenta con claridad la idea central, presenta diversidad en la caracterización de los personajes, permite la determinación de los ambientes que presenta el texto, permite la determinación precisa del tiempo presentado en el escrito, etc.).

Bibliografía consultada
CORTEZ, María y GARCÍA, Francisco (2010). Estrategias de comprensión lectora y producción textual. Lima, San Marcos.
CARNEIRO, Miguel (s/f). Manual de redacción superior. Lima, San Marcos.
MARTÍN, Gonzalo (2003). Curso de redacción. Teoría y práctica de la composición y el estilo. Madrid, Thomson-Paraninfo
CASSANY, Daniel, LUNA, Marta y SANZ, Gloria (1998). Enseñar lengua. Grao, Barcelona.
LÓPEZ, Carlos y REINA, Esther (2009). Evaluación educativa. EDITUNU, Pucallpa.
VAN DIJK, Teun (1998). Texto y contexto. Ediciones Cátedra, Madrid.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Crónica de retorno de un emigrante

Después de casi tres años retorno a mi tierra. He permanecido en la calidísima región Ucayali. Me he nutrido de la exótica y erótica naturaleza amazónica. Pero el terruño llama. Así que he comprado los pasajes para estar unos días en la casa de mis viejos en el Callao -todavía, el Callao-. Aún algo nublado, en esta semana santa del 2011. Por fin he aterizado en mi pueblo natal...Lima.

Abordo la combi y quiero llorar. Los olores a traspiración de ajetreo laboral mañanero, a smog y a desayuno al paso me forman un nudo en la garganta. Sin embargo, se ha fijado en mis narices ese hedor salino que me permite evocar aguas verdes y arroz con pato, y mi cuerpo se estremece. Hay frío, pero quiero hacer eso que añoro siempre, eso que la laguna de Yarinacocha y el río Ucayali han querido proveerme y no lo han logrado. Quiero hundirme en el mar limeño.

En este mes de abril temo a Cantolao y a La Punta, así que me decido por Las Conchitas.

Luego de una hora de viaje, llego a la casa de mis padres, pero sólo para llorar un momento e inmediatamente reponerme y enrumbar a la playa anconera. Llego en veinte minutos. Sólo en tres minutos, después de bajar de la cúster, ya estoy nadando y revolcándome con las olas heladas. Diez minutos despues y semimorado, salgo de las aguas y pateo un plato de tecnopor y salpican los restos de quien en vida fue un raquítico pollo (a juzgar por las dimensiones del hueso). A los pocos pasos me siento y algo suena: es un vaso descartable que alguien -posiblemente, debido al "peso"- dejo a medio enarenar.

Miro a un heladero, lo llamo y le compro un barquillo. Me escucha y me dice que soy de la selva. Sólo sonrió y le pago; él se va. Hay, a poquísimos metros, una chica que me mira con algo en sus ojos que creo que es lascivia. Supongo que lo hace porque ha escuchado que soy de la selva y lo cree. Pienso en que no me importa que lo crea, porque estoy feliz de haber dejado, aunque por unos días, de ser un provinciano en Pucallpa y retornar a mi situación de capitalino.

Me incorporo y me sumerjo diez minutos más. ¡Qué placer!. Salgo nuevamente y me dispongo a retirarme. Alguien me ofrece aguadito y me siento más limeño, aunque no lo compro. Regreso a la casa que me albergará por veinticuatro horas.

Estoy feliz. Ya puedo retornar a la selva por dos o tres año más; después de todo, es mi segunda tierra y tampoco puedo vivir sin ella.